Domingo
XXIIda (Lc14,1.7-14)
Jesús acepta
invitaciones a comer en casas de recaudadores...fariseos...amigos. Comparte
comidas, charlas, costumbres. Todo
servía para semillar el Reino. Su lugar de enseñanza no eran sedes
catedralicias ni teología surgidas de universidades famosas...Su fuente es la
VIDA cotidiana ...Todos le
entendían. Les mostraba el valor de la
vida...La naturaleza que nos rodea...El valor y la conquista de una sana
convivencia. Sabe también que están pendientes de sus gestos, palabras,
costumbres. Buscaban algo que lo delatara, contradijera para acusarlo. El tenía una
libertad de espíritu nacida del contacto con la naturaleza, del sentido común y
la vida misma. Cuando damos esperamos recibir como cuando sembramos cosechar. No está mal ser motivados. Pero como los políticos
prometen en campaña y no lo realizan cuando gobiernan, así también nuestras
acciones. Nuestros corazones deben estar guiados por el agrado a Dios que ve en
lo oculto. Estar invitados a la primera fila es estar expuestos a que debemos
ser ejemplares. Al conocer nuestras debilidades e imperfecciones debería darnos
rubor estar allí. Dios y yo entramos en lo más profundo de nuestro
conocimiento. Darnos y dar con pureza de corazón es dar con generosidad y agradecimiento
de poder realizarlo.