1er. Domingo de Adviento. (Lc. 21,25-28.34-36).
Después de los anuncios de las persecuciones y la destrucción del templo, Jesús anuncia la venida del HIJO DEL HOMBRE. Si bien es un tema apocalíptico también nos lleva a recordar la venida en la pobreza del pesebre, en Belén. Una primera venida que nos recuerda la segunda y definitiva, al final de los tiempos. Miramos la vida de Jesús como un todo: el Dios que se encarna, nace en una sociedad con una cultura, vive según ella, la ilumina desde Dios Creador, la purifica de las influencias del Maligno y la embellece impregnando de Su divinidad. No separemos las etapas de Su Vida, es un todo que nos da a entender el principio y el fin de sus seguidores. Como mirar el CAMINO que nos conduce a la verdadera felicidad, paz, vida .... Su vida es el modelo… su última venida el consuelo y un triunfo compartido.
ESTAR PREVENIDOS… la soledad y las persecuciones, llevaban a vivir momentos de dureza, tensión, incertidumbre, miedos… Deseaban y esperaban que acabara pronto el estado anímico que impedía vivir con alegría en la Comunidad. No podían vivir y expresar la alegría de lo armonioso, equilibrado, la relación fraterna con todos como hermanos, teniendo un Padre común... seguidores del Proyecto de Vida predicado por el Maestro. Vivian ocultando su identidad de discípulos, encerrados y perseguidos, conociendo que sus destinos finales terminaban como la del Maestro, el martirio.
La mirada del nacimiento de Jesús desde la óptica de su venida futura, es volver desde el principio mirando la vida de Jesús como la herencia de la DOCTRINA MAESTRA, como debemos vivir y cual es el verdadero deseo y proyecto del Padre Creador. SU VIDA: encarnación, nacimiento, etapas de la vida del hombre… TODO QUEDO IMPREGNADO DE SU DIVINIDAD. El triunfo de su resurrección, siembra el optimismo de una vida entregada con frutos de eternidad.
Su primera venida, oculta a los ojos del mundo, también nos lleva a reflexionar una venida futura también sin que muchos lo adviertan y no preparados … no viviendo la armonía de vida, ni cuidando su relación con los demás hombres y la naturaleza que les rodea: “Tengan cuidado de no dejarse aturdir por los excesos, la embriaguez y las preocupaciones de la vida, para que ese día no caiga de improviso sobre ustedes”.
El nacimiento en el pesebre fue inadvertido por los suyos, su cultura y tradiciones; pasado unos días fue revelado a unos venidos de oriente, con otras tradiciones y modo de entender la realidad… por los astros luminoso, astrólogos de aquel entonces.
“Estén prevenidos y OREN Incesantemente...”. Hemos entendido que orar es repetir frases hechas, como si fueran palaras mágicas, donde salirse de ellas no traería los efectos deseados. La eficacia no está en la belleza de la oración ni en repetirlas infinidad de veces, sino en el entendimiento y afecto que le ponemos en realizarla. Primero saber con quien estamos en frente y nos relacionamos. Sin palabras puede el corazón expresarse con un sentimiento profundo, acompañado de la fe, dando eficacia.
‘INCESANTEMENTE’...el corazón que ama no necesita palabras estudiadas ni un tiempo especial o lugar determinado, sino aquel sentimiento que hace latir fuertemente el corazón. Un suspiro tanto de amor como de pena o alegría, realiza una comunicación callada y verdadera. Este modo de orar esta siempre en contacto como los enamorados...es ‘incesantemente’. El alma necesitada de Dios vive en oración incesantemente, sin que lo sepa … porque su corazón y mente están dirigidas sin parar hacia El.
“Padre Celestial, no permitas que las ofertas del mundo de alegría, pasiones, bienes materiales, famas, autosuficiencia, vanidades… nos lleven a desentendernos de Ti y consuela aquellos que miramos y entendemos Tu presencia amorosa guiándonos en el CAMINO”.