III° Domingo de Adviento. (Lc. 3, 10-18). .
Ante la predicación dura de Juan Bautista: “raza de víboras… produzcan frutos de una sincera conversión…. El hacha está puesta a la raíz de los árboles…”, la gente empezó a visitarlo, escucharlo y cuestionarse sobre su comportamientos de vida y le preguntaban “¿Qué DEBEMOS HACER ENTONCES?”.
Recordábamos que Juan Bautista se retiró de su misión sacerdotal, cuestionando su ambiente y el modo de vida que tenían. El pueblo sometido a vivir dependiendo del Imperio Romano y de las Autoridades Religiosas que vivían de los beneficios del Pueblo y la permisión del dominio extranjero.
Volver al desierto era volver a las fuentes desde donde Dios los había entrado a la Tierra Prometida. Con un ideal de vida social, que ya habían compartido en el desierto y también purificado, cuando renegaban de comer siempre el maná. El hombre tiene la facilidad de acomodarse a los buenos tiempos como a los malos. Cuando padece necesidades eleva a Dios pidiendo su asistencia y cuando está en tiempos buenos, viviendo en abundancia, se considera poderoso y se olvida de Dios y su providencia. Dios termina siendo un almacén general, donde se abastece de las necesidades y luego se abandona.
Juan Bautista no llamó a la conversión llamándolos a visitar mas frecuente el Templo y ofrecer los sacrificio según su nivel social. Según este ultimo ofrecían desde una paloma, un cordero o un novillo, una parte se quemaba en la ofrenda y el resto era para alimentarse los Ministros Religiosos.
La conversión era cambiar el MODO DE VIDA:”El que tenga dos túnicas, dé una al que no tiene, y el que tenga qué comer, haga otro tanto…”.La primera llamada era algo básico para vivir ...el vestirse y el alimento… .En una oportunidad estaba visitando una Comunidad al borde de la autopista, donde del otro lado está ubicada el basural, con sus montaña de basura. Por un túnel pasaba gente en bicicleta llevando bolsos llenos de contenido...pregunto ¿Qué llevan?. La respuesta fue muy triste. ‘Traen del basural la comida descartada de los supermercados’. No podía creer lo que escuchaba. Preferían tirar al basural comida antes que darla al necesitado y tener una bajada de precio de los productos, o tener un juicio por alimentarse de productos en mal estado… Pero muchos recurrían a ellos para alimentarse sin que nadie cuidara el estado de los mismos y ni darlos a tiempo antes que se pudran.
Se acercaron también Publicanos “Maestro ¿Qué debemos hacer?” y Juan les respondió: “No exijan más de lo estipulado”. Ellos tenían la potestad de agregar, a los impuestos dados por el Imperio, una suma para ellos mismos, haciendo penosos y creando deudas, oprimiendo a los trabajadores y productores, hasta muchas veces quedándose como dueños de los terrenos por la deuda.
Aparecieron también soldados quienes le preguntaron: “Y nosotros, ¿Qué debemos hacer?”...le respondió a ellos “No extorsionen a nadie, no hagan falsas denuncias y conténtense con su sueldo”. Frente a una autoridad y esta teniendo un poder de represión, se produce una desigualdad de relación con posibilidad de tener una ventaja de dominio y exigencias injustas, en vez de ser un servicio al orden y la disciplina de una sociedad.
¿No parecen muy actual y de todos los tiempos estos comportamientos necesitados de conversión?.
El hombre de todos los tiempos y en todos los oficios encontramos grandes hombres y miserias . En toda Institución encontramos hombres virtuosos y otros miserables. Por mas que sus normas sean rectas los hombres las transforman en instrumentos para sus provechos personales. El mal no es de la Institución sino de sus hombres, hay buenos y malos.
Este es el CAMINO de conversión, de preparación para la Navidad, recuerdo de la primera venida, como también la última,… ser instrumentos en la edificación de un mundo mas humano, dichoso, justo, hermanado.
“Ven Espíritu Santo haznos dignos pesebres para recibir al Niño Dios, quien desea nacer nuevamente en nuestro interior y manifestarse en el mundo”.
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