sábado, 5 de septiembre de 2020

“YO ESTOY PRESENTE “.

Domingo XXIII. (Mt. 18,15-20). 
En el tiempo de Jesús se discutía donde estaba la presencia de Dios para ser escuchado y atendido. El Templo de Jerusalén era el único centro donde se revelaba, lugar sagrado, allí entraba solamente el sacerdote de turno. En ese único lugar se realizaba las ofrendas y la intercesión de los hombres, a través del sacerdote, al Único Dios. La Samaritana le pregunta a Jesús donde se realiza la verdadera adoración, porque ellos no tenían el mismo centro de cultura religiosa. Jesús le responderá que la verdadera adoración y comunicación con Dios se extenderá a todo lugar. No estará reducido a un lugar sagrado determinado. El mismo se retiraba a la soledad del desierto o a un monte elevado. Recomendaba retirarse al cuarto, de manera solitaria, para ser escuchado por el Padre Celestial. No hay lugar que nos aparte de la comunicación con Dios. A esta revelación debemos sumarle la confianza de ser escuchados, no ya con la dureza de un Dios distante, juez severo, sino a un Dios revelado como PADRE MISERICORDIOSO, bondadoso, que hace salir el sol sobre buenos y malos.
La fuerza del Templo como único lugar Jesús lo extiende a “DONDE HAY DOS O TRES REUNIDOS EN MI NOMBRE YO ESTOY PRESENTE EN MEDIO DE ELLOS”.
Hoy con motivo de la pandemia se prohíben las grades reuniones, ya en Templos como en las peregrinaciones a Santuarios.  por la capacidad de contagio del virus. Jesús nos dice dos o tres mínimo, no es mucho, se puede conseguir realizarlo en el núcleo familiar o reuniones pequeñas permitidas. Pero también los medios modernos nos facilitan vía Video Reuniones, llamémoslo así.
El hombre es un ser sociable y necesita reunirse e intercambiar pensamientos, sentimientos, ideas, son desahogos necesarios. También lo necesitamos para expresarnos religiosamente. El intercambio y las experiencias personales ayudan a crecer como hombres de fe.
Las REUNIONES pueden tener sus VICIOS que hay que evitarlos. Todos necesitamos expresarnos y ser escuchados, pero también hay que tener el oído abierto para los demás. Respetar el tiempo de escucha y habla, un equilibrio. Cortos, precisos, llenos de unción. Muchas veces nos extendemos y cansamos o nos dispersamos. Otro vicio sería apartarnos del tema principal yéndonos por las ramas: chismes, versiones, condenas y otros comentarios. Estos apartan de Jesús, del encuentro personal con El, con perdida del fervor alejándonos del tema central. Puede convertirse también en un lugar para la terapia personal sacando los problemas personales, familiares o de otro tipo. Solemos buscar consuelo por nuestra tristeza o el deseo de ser una figura aceptada y reconocida, exaltando nuestras virtudes, alabándonos y buscando el aplauso.
¡SOY LO QUE SOY! Dios se nos revela de una manera particular, personal, distinto a los demás, no necesitamos comparaciones ni creer ser mejores o peores que otros.  Debemos tener esa visión de fe que nos lleva a descubrir y experimentar a Jesús presente en nuestras vidas, muchas veces de una manera sencilla que a otros no dice nada, pero que tocó el corazón con una sensibilidad intensa, extraordinaria. No debemos agregar, para evitar ridículo, una salcita complementaria. No, Dios se revela continuamente en los hechos mas sencillos cotidianos y pocas veces en sucesos extraordinarios. Lo experimentamos presente en la vida por una conversación, consejo recibido, un necesitado que se presentó,  una buena acción realizada y otras tantas experiencias de fe. Por eso Jesús nos dice reunidos EN SU NOMBRE. Esto nos quiere decir que es EL centro de nuestras pláticas y escuchas. ¿DONDE HEMOS ENCONTRADO A JESÚS?. Las REUNIONES RELIGIOSAS deben ser de la experiencia vivida de Dios. ¿Como viviste la experiencia de la Presencia de Jesús?. Y también recordar que El nos dice: “YO ESTOY PRESENTE EN MEDIO DE ELLOS”. Jesús está presente en ese encuentro, cuando nos reunimos en su Nombre...nos escucha atentamente y desea de nosotros generosidad y memoria de su presencia en nuestras vidas. 
“Espíritu Santo, llena nuestras mentes de la Presencia Viva y Actuante del Padre Celestial. Que la Vida de Jesús y su Mensaje, descubierto en nuestras vidas, sirvan de contagio y modelo para edificar el Reino de Dios”.


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