b bido el anuncio de que su prima Isabel estaba esperando un hijo, como signo de veracidad del anuncio del ángel de que ella sería la Madre del Señor por obra del Espíritu. Ella va a visitar a su prima, no tanto para confirmar la veracidad de lo revelado sino, para ponerse al servicio en lo que fuera necesario.
Llevando en su seno al Niño Dios, sin que todavía tuviera una revelación física ni de palabras, Isabel experimenta la alegría por revelación de su niño que saltó de gozo en su interior. Juan fue santificado desde el seno de su madre, realizando su primera misión de Precursor y Predicador, en esta visita de María. Luego en el Jordán dirá de ÉL: “Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo… este es Aquel que dije no ser digno de desatar las correas de sus sandalias”.
María fue bendecida por Dios, santificada “llena de gracia, el Señor es contigo, bendita Tu entre todas las mujeres” porque es “bendito el fruto de tu vientre”.
Se encontraron dos mujeres en espera de un NIÑO DESEADO, uno venido en la edad avanzada, quien será el precursor del Señor, quien llamará a los hombres a prepararse para su venida y recibir su mensaje: el Proyecto de Vida, revelación del Padre Celestial.
María llevará en su seno, los noventa meses, al Niño que traerá el Mensaje del Padre, traerá la Redención, El es el CAMINO de Salvación., El llamará a seguirlo por su estilo de vida, su Palabras no eran vacías sino acompañadas por su testimonio. Eran Palabras y Vida: ’hagan lo mismo que han visto’. El puso su ejemplo, lo relató en la ultima cena: ‘les he lavado los pies hagan el uno por el otro... no vine a ser servido sino a servir y dar la vida por una multitud’’.
¡Que misterio de revelación! Dios no viene desde lo alto o de lo profundo, del este o del oeste, del norte o sur… viene en el silencio y secreto de una MUJER que recibe en su interior el MISTERIO DE VIDA. Desde el primer momento está la VIDA sembrada, ella ofrece su vientre, su feminidad para el crecimiento y darla a luz . Toda mujer lleva ese misterio desde cuando es fecundada: una VIDA NUEVA… un misterio, un futuro, una misión...Ella es el cofre de oro bendito, que alberga en su interior un MISTERIO. ¡Que bello y emocionante! es reconocer ese misterio que va desarrollándose: escuchamos su latido, sus movimientos independientes de la madre, como se va acomodándose para su salida, hasta cuando pone su dedo en los labios, cuando patalea pidiendo a su madre cuidado de sus posturas. Se hace notar su presencia. Hoy, con los instrumentos modernos, reconocemos su sexualidad, su tamaño, su peso, su carácter y vida..
¡Qué futuro esconde en su interior! ¡qué misión!. Cada uno es personal y amado de esa manera por Dios, puesto en la vida. Nadie nace sin entender que allí está el AMOR de Dios expresando, por lo que nadie vino al mundo sin el querer de Dios y su Amor Eterno. Somos queridos individualmente. Cortar su vida es impedir la realización de un Plan Divino en ese niño por nacer. La mentalidad del asesino Herodes, que por temer su reino manda matar a los niños recién nacidos, hoy se los mata desde el seno de su madre.
Hoy recordamos a dos madres que llevan el misterio de vida en su interior, sabiendo que dan todo de sí a un ser distinto de ellas mismas pero unidas. Ellas colaboran y llenan de esperanza al mundo por el nacimiento de un nuevo ser, que esconde una misión maravillosa y única. En Isabel a Juan Bautista, el Precursor del Señor y en María al Salvador, al Redentor, quien dará su Vida por nosotros.
En el Evangelio de hoy son dos madres, dos mujeres sin presencia ni recuerdo del varón, emocionadas intercambiaban sus experiencias de maternidad, María e Isabel.
“Madre Celestial, tu nos llevas al recuerdo de aquella mujer que nos llevó en su seno y nos dio a luz. Elevamos, por tu intermedio, el agradecimiento por darnos la vida. Ayúdanos a llevar adelante la misión que el Padre Eterno nos dio para edificar un mundo mejor”.
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