II° Domingo de Adviento. (Lc.3,1-6).
El Evangelista Lucas relata el nacimiento milagroso de Juan Bautista . Era hijo de Zacarías e Isabel, ambos descendientes del linaje sacerdotal, Juan heredaba el sacerdocio levítico. En un determinado momento se aleja del servicio sacerdotal y se dirige al desierto, vuelve a la otra orilla del Jordán. Por ese lugar había penetrado el Pueblo, guiado por Moisés en el desierto, llegando a la tierra prometida, tierra fértil y generosa.
¿Cuál seria el motivo que Juan renuncia a su misión sacerdotal y se vuelve al lugar desde donde había penetrado su Pueblo a la tierra prometida?. ¿Habría encontrado un motivo para dar a entender su testimonio?. Una llamada a la CONVERSIÓN, una mirada atenta a la brújula que nos guie nuevamente por los senderos de Dios y no creados por el hombre. Las palabras quedan vacías si no van acompañadas por el testimonio. PALABRAS y OBRAS.
Juan rompe, con su ida al desierto, la vida sofisticada, abundante de bienes creando diferencias sociales. Vuelve al desierto, a la vida austera, viviendo alimentándose con lo que podía encontrar en aquel ambiente rustico y desértico. Dejaba de lado todo lo que una sociedad brinda al hombre para vivir sin preocupaciones, llenando su vida en la abundancia, con autosuficiencia y olvido de las necesidades que había tenido al cruzar el desierto… volver hacia aquel tiempo era recordar la dependencia total a Dios. La austeridad llevaba a vivir nuevamente de la dependencia en la providencia, mirando a un Ser Superior que le brinda lo necesario para vivir y el compartir con los demás lo necesario en el sustento diario.
Ir al desierto era su primera predicación: VOLVER A LAS FUENTES.
Juan se aleja de la oferta de bienes y vida sofisticada que ataba su vida para volver la mirada serena a Dios. En el desierto solo acompaña lo esencial … nadie cuando va peregrinando lleva consigo una mochila cargada de utensilios que hace pesado el caminar y que resultan inútiles o superfluas … solo se lleva lo esencial.
La sociedad, con su avance tecnológico, nos brinda muchas herramientas novedosas, algunas necesarias y otras sofisticadas que desvían la mirada y cautivan con ofertas nuevas, atando el corazón. Las ofrecen como necesarias, como que sin ellas no se podría vivir, de este modo nos llevan a cambiarlas continuamente, comprando siempre lo novedoso. El progreso económico, se realiza en la compra y venta . Esclavizan y no permiten la agilidad en el caminar por la vida. Nuestra vida es un peregrinar, no podemos olvidar nuestra trascendencia ...estamos para el mas allá. Nadie a durado eternamente en la tierra, sus bienes no le han dado estabilidad ni comprado esa eternidad.
Preparándonos a la venida de Jesús ...recordamos el caminar de José y María hacia Belén, llevando consigo lo elemental.
El recuerdo de Juan predicando desde el desierto a la conversión, debe llevarnos a mirar nuestro interior y ver tantos apegos que desvían la mirada a lo esencial para vivir. La espera de la venida de Jesús en el pesebre, como también su futura venida, debe realizarse desde nuestro corazón liberándolo de condicionamientos que desvían la mirada y atan el corazón a otros intereses; aunque no sean malos o pensamos que son buenos para vivir o enriquecen nuestra relación con Dios. DONDE ESTA TU CORAZÓN ALLI ESTA TU TESORO. Usa de tus bienes materiales como si no lo tuvieras y vive como si no los necesitaras; sé SEÑOR de ellos y no esclavo. Hoy los tienes ...gracias Señor; mañana no los tienes ...gracias Señor.
Recordamos que Juan se alejó de su ministerio sacerdotal, lugar privilegiado para entrar en el Santo de los Santos, lugar del sacrificio del cordero y privilegio en la relación con Dios, donde el Pueblo no podía llegar. El desierto equilibra a todos en una relación sin privilegios con un Dios cercano al corazón desprendido, humano y generoso, libre de ataduras, sin tantos condicionamientos. Dios, en el desierto del alma, desde su interior, se revela para enriquecer la vida con una relación directa, privilegiada, personalizada.
Un corazón purificado es la preparación para que encuentre el Niño Dios un lugar para nacer nuevamente. Tu alma es el pesebre del Niño Dios.
“SAN JOSÉ... TU LLEVASTE Y CUIDASTE, EN EL PEREGRINAR, A MARÍA EN LA DULCE ESPERA , PARA QUE DIERA A LUZ A NUESTRO SALVADOR; CONDUCENOS EN ESTOS TIEMPOS OLVIDADOS DE DIOS, PARA QUE DEMOS A LUZ EL HIJO DE DIOS QUE HAY EN CADA UNO DE NOSOTROS”.
hermoso tu comentario del evangelio, gracias
ResponderBorrarAmén
ResponderBorrarAMÉN. QUE BUEN MENSAJE
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