domingo, 23 de octubre de 2022

“DIOS MIO, TE DOY GRACIAS...DIOS MIO, TEN PIEDAD DE MI…”.

XXX° Domingo Durante el Año. (Lc. 18,9-14). 
El Evangelio de este día nos presenta dos personajes en ORACIÓN. El primero un fariseo, que da gracias … realizando una lista numerosa de sus acciones piadosas y donaciones realizadas, poniéndose como ejemplo y lleno de orgullo mira al publicano, recaudador de impuestos, con soberbia: “...no soy como los demás hombres… ni tampoco como ese publicano…”. 
Las comparaciones siempre son odiosas, ponerse como ejemplo y despreciando a los demás, da a conocer un espíritu de grandeza, orgullo, soberbia, vanidad… como si todo dependiera de sí mismo y no de haber sido dotado de un DON que viene de lo alto. Nadie negaba que fuera piadoso y recto en toda su vida; no pareciera que fuera falso sino sincero y coherente. Nadie nace eligiendo un lugar, estado social, capacidades…. ¡DAR GRACIAS de los dones, talentos, cultura... y tantas otras cualidades!. Debemos mirar hacia la fuente de todas las bondades, desde donde brotan todos los bienes: DIOS mismo. Este reconocimiento nos llevaría adquirir humildad y tener la misma vergüenza del pecador arrepentido o, en su caso, privado de la caída. Cultivaríamos la empatía con el caído y tenderíamos la mano para ayudarlo a salir de su estado. No es dejarlo caído, continuando en su estado desordenado, pero seriamos mas comprensivos y MISERICORDIOSOS. Santa Teresita del Niño Jesús decía que, si no fuera por la asistencia de Dios, sería la peor de todas las pecadoras… sin embargo su hermana y religiosa memoraba de ella la pureza y bondad de su vida. La Santa reconocía que si no tuviera la asistencia de Dios seria la peor de todas. La misma actitud la encontramos en el Papa Francisco, donde pide ‘oración por y para el’, considerándose limitado,  débil y pecador.
“El que esté sin pecado, que tire la primera piedra”, decía Jesús frente a los que condenaban apedreando la pecadora, encontrada en fragante adulterio.
“NO SERÁS MAS SANTO porque te alabaren, NI MAS VIL porque te despreciaren, LO QUE ERES ANTE DIOS ESO ES LO QUE SOS“ decía Tomás de Kempis, en La Imitación de Cristo.
El Publicano, que vivía presionando a la gente con los impuestos, acordados del Imperio Romano, agregándole un plus para su beneficio, sabía que llevaba a muchos a la pobreza. No podía salir de su estilo de vida, y era consciente, confesando su estado desordenado: “¡Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador!”. Vivía casi escondido de la Sociedad  que lo condenaba, lo aislaba, era un pecador publico: “manteniéndose a distancia, no se animaba siquiera a levantar los ojos al cielo…”. Cuando se realiza un mal y este publicado, impide integrarse a la Sociedad, poder convivir sanamente. Mal mirado, marcado, sin poder integrarse, aunque deseen realizarlo, cambiar de vida y ser aceptado. Son condenados en vida, por las Autoridades Religiosas y la Sociedad; esta  situación los lleva a no poder dejar su desorden. Experimentan en su conciencia la contradicción de su obrar con su pensamiento, su deseo de no hacer el mal sino el bien.
Decía San Agustín: “Dios que te creo sin ti, no te salvará sin ti”.
En la historia de la salvación siempre se puso en confrontación entre la acción individual, lo voluntario, y la acción de Dios, obrando con su Gracia. El luteranismo decía: ‘Todo es Gracia’ y el Catolicismo: ‘la Gracia y la voluntad personal’. ¿Dónde esta el límite y acción del uno y del otro … ¿cual la responsabilidad personal?. No Todo de Dios ni no todo del hombre… Hasta hoy se sigue discutiendo ‘LO MERITORIO ‘ de la acción personal y fácilmente relegando la responsabilidad de las acciones y sus consecuencias.
“DIOS MIO … ¡GRACIAS! por Tu Bondad, Generosidad y Misericordia, para atender nuestras necesidades. Ayudándonos en nuestras acciones para que sean buenas y desinteresadas… ¡TEN PIEDAD DE MI! que soy un pecador e intégrame a Tu Pueblo Santo, para edificar un mundo distinto”.

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