domingo, 28 de mayo de 2023

“COMO EL PADRE ME ENVIÓ A MÍ, YO TAMBIÉN LOS ENVÍO A USTEDES...SOPLÓ.. RECIBAN EL ESPÍRITU SANTO”.

Domingo de Pentecostés. (Jn. 20,19-23). 
El Pueblo Judío celebraba esta fecha como los cincuenta días después de la Pascua, fecha de la cosecha y ofrenda de las primicias. Luego pasarían a la celebraban de la Alianza del Sinaí. Con tal motivo peregrinaba mucha gente a Jerusalén. Los Apóstoles, por miedo, estaban reunidos en el Cenáculo a la espera del cumplimiento de la promesa del Maestro, la venida del Espíritu Santo.  
¿Qué significaba para ellos esa Venida? ¿Quién era o que es El Espíritu? El Judío es monoteísta y era muy cuidadoso de no mezclar divinidades, como los romanos y griegos. En el Antiguo Testamento aparece el Espíritu como una fuerza divina que movía a las personas en la realización de un oficio profético o mesiánico. En Jesús no era una acción fuera de El, sino incorporada a su vida. Fue concebido, curaba, expulsaba demonios, hablaba en El  y soplaba sobre los mismos Apóstoles enviando ese Espíritu. Ellos recibirían el Espíritu . Jesús tenía una unidad con El y por El la unión con el Padre. Jesús al prometerles ese Espíritu le anunciaba que realizaría acciones a través de ellos: recordar lo enseñado, curaciones milagrosas, fortaleza ante las adversidades, hablar públicamente y dar la vida con fortaleza. 
Una vez recibido abrieron las puertas y empezaron a predicar a los oyentes venidos de distintos lugares, los escuchaban en su idioma de origen. Desde ese entonces se extendieron por el mundo anunciando el Mensaje de la Buena Nueva dada por Jesús: Dios es un Padre Misericordioso y desea lo mejor para el hombre ...TODOS, sin excepción de raza, sexo y religión, formando una gran familia humana donde todos son valiosos y amados por El y todos tenemos una misión que cumplir. Nuestras vidas tienen sentido para uno mismo y para los demás. En el Hijo asumió la naturaleza humana, divinizándola, gloriosa ya en Dios.  Para obrar conforme a su Proyecto de Vida necesitamos la fortaleza y Guía de lo alto, por eso al Espíritu también se lo llama Maestro del Alma, Abogado, Inspirador, Consejero, Fortaleza y cuantas acciones buenas surgen a través de los hombres dóciles a EL. La gran Misión es la edificación de un mundo mejor, mas humano, justo, equilibrado, ARMONIOSO. 

En todos de los tiempos el Espíritu fue y sigue obrando a través de HOMBRES INSPIRADOS, aquellos dóciles varones y mujeres que ante realidades inhumanas difíciles se entregaron para mejorarlas. Estos son los Santos/as; en la India surgió Teresa de Calcuta rescatando de las calles moribundos viendo en ellos reflejado el rostro de Jesús; ante la necesidad de asistencia de los discapacitados un Don Orione; otros ante los enfermos … educación … asistencia de pobres … Hoy en realidades nuevas e inhumanas surgen nuevos SANTOS movidos por el Espíritu: ante la droga, alcoholismo, prostitución, ancianos, gente abandonados que viven en la calle… ¡cuantas mujeres que realizan comedores barriales para gente necesitada! ¡Cuántas mas hay que suman a esta lista!. Cuando ponemos trabas a estos Inspirados del Espíritu estamos frenando la obra Salvadora de Jesús. La Iglesia cuando vive para sí, muere para los demás y abandona la Misión dada por Jesús. Nos hemos preocupado demasiado y prolijamente en cuidar la mirada a Dios y adorarlo, como los Apóstoles mirando el cielo ante el asombro de la desaparición del Maestro hasta que un ángel les comunica bajar a la tierra y seguir los pasos enseñados por Jesús, el Maestro de Vida. Caminando por donde y como El vivió, por su imitación llegaremos adorarlo de verdad y edificaremos su Reino de Amor, Justicia, Paz, Gozo, Felicidad y Vida. 
“Espíritu Santo muéveme imitando al Maestro de Vida, para cambiar este mundo ‘que pareciera gobernado por el Maligno (infundiendo odio, orgullo, vanidad, soberbia, egoísmo, violencia y muerte’), sin entender que nuestra vida tiene sentido, siendo generosos con los Dones y Talentos que Tu nos das”.

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