domingo, 3 de septiembre de 2023

“TUS PENSAMIENTOS NO SON LOS DE DIOS, SINO LOS DE LOS HOMBRES”.

Domingo XXII durante el año. (Mt. 16,21-27).
 Dentro del margen de las revelaciones mas íntimas, dadas por Jesús a sus Discípulos, estuvo su destino final en Jerusalén. Su Corazón turbado por el Camino de la Cruz, necesitó un desahogo humano. Conocer el futuro es un privilegio pero también una turbación, tristeza y dolor anticipado del sufrimiento que viene. Muchos buscan conocer, por medios mágicos, su futuro, el destino, recurren a distintas alternativas, desde la astrológica hasta las revelaciones privadas. Esta elección nos condiciona en el actuar libre y la alegría del hoy en que se vive. Jesús conocía su destino y no era por curiosidad sino por la relación íntima que tenía con su Padre Celestial y su Misión Redentora. Su mirada se condicionaba, el silencio e incomprensión de los seguidores, le producía una soledad insuperable porque con nadie podía compartir el conocimiento de su destino final. Debía pasar por el dolor y muerte para llegar a la resurrección.
 El sufrimiento que le esperaba no venía de los enemigos, de otros imperios, sino “que debía sufrir mucho de parte de los ancianos, de los Sumos Sacerdotes y de los Escribas”. No hay dolor mas grande que recibir la incomprensión y condena de aquellos que debían darle la aprobación y apoyo, como también la alegría de conocer su Persona Mesiánica, aunque fuera distinta como ellos la deseaban. Sus milagros y Palabras llenas de sabiduría hablaban de un profetismo y mesianismo distinto de lo esperado. Cuando lo revelado y sucedido esta dentro de los planes establecidos, estamos preparados para, con fortaleza, afrontarlos ...pero cuando es inesperado viene la turbación y desesperación, solemos elevar a Dios nuestra oración, nos sentimos superados. Buscamos apoyo en otros o en Alguien superior que todo lo puede. ¡Que dolor provoca la incomprensión, abandono y condena de los cercanos! de aquellos por los que se estaba entregando. 
 Como Consagrado a un Ideal resulta doloroso la condena e incomprensión de los hombres, sobre todo de “Ancianos, Sumos Sacerdotes y Escribas” de hoy, cuando diste tu vida por lo que ellos consideran ser responsables y celosos cuidadores de la Verdad. A Jesús lo condenaron los suyos, los “Ancianos”, acumulaban la Sabiduría de la vida a ellos recurrían para ser aconsejados. Los “Sumos Sacerdotes” quienes recibían los diezmos y ofrendas que elevaban a Dios. También los Escribas y Doctores de la Ley, aquellos que profundizaban e interpretaban la leyes y tradiciones para gobernar a su Pueblo. Jesús de ellos recibe las condena apoyado por el Poder Político de entonces, el Imperio Romano.
 Los Apóstoles querían y seguían a su Maestro con generosidad y veneración.… pero ¿que esperaban de El?, ¿Cuál fue el motivo mas profundo de Judas al venderlo? ¡El abandono en el huerto de los olivos y en la cruz! o la toma de decisión de Pedro de sacar su espada y lanzarle el golpe a Malco, Guardia del Templo, cortándole la oreja (porque se corrió, sino tenemos que pensar le partía la cabeza).
 Siempre en nuestra mente está que: lo bueno y deseable es el camino del bien vivir, poseer salud y riqueza. El Pueblo judío veía en ello la misma bendición de Dios, La enfermedad y pobreza era visto como maldición. Jesús apoyando al necesitado y curando los enfermos y posesos mostraba otra visión de Dios. Todo hombre es valiosos para el Creador y El vino a Redimir al hombre y su errada visión. Siempre tenemos la tentación de seguir a un Jesús Triunfante, un Cristo Rey Guerrero, vencedor de los enemigos de la fe que, como Pedro, asume las armas para acabar contra el enemigo. Así surgió la inquisición y las cruzadas, como toda persecución de los que piensan distinto. No se han dejado de usar las torturas mas terribles pasando por flagelaciones, cálceles, ejecuciones violentas, hogueras y torturas varias. ¿No se verá Jesús identificado mas con ellos que con los Ancianos, Sumos Sacerdotes y Escribas?.
 “ Jesús, que difícil nos resulta verte identificado con aquellos que creemos ser enemigos de nuestra fe y buscar los caminos de encuentro para alabanza del Único y Sumo Bien, Nuestro Padre Creador”.

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