XIV Domingo Durante el Año. (Mc. 6,1-6).
Jesús visita a su Pueblo natal, Nazaret. Un Pueblo que no llegaba a tener mil habitantes. Donde todos se conocían o eran parientes. Compartían trabajos laborales o encuentros recreativos desde niños. Allí no había Escuelas de ningún género, los mas cercanos estaban en las grandes ciudades o en las Escuelas Rabínicas, no estaban al alcance de la gente, sino de la familia sacerdotal. Jesús “el sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga, y la multitud que lo escuchaba estaba asombrada...”, hablaba con soltura y un conocimiento no común en aquellos lugares y decían: “¿Que sabiduría es esa que le ha sido dada y esos grandes milagros que se realizan por sus manos?”.
LA VERDAD Y EL BIEN, venga de donde venga, debe ser aceptada y reconocida. Cuando habla alguien que no aceptamos y nos dice una verdad que nos haría un bien social la rechazamos y si es de nuestro grupo sí, aunque no sea correcta o perfecta. Miramos lo nuestro y no el bien general. Cuantos políticos intercambian proyectos y si no son de su equipo la rechazan o buscan sacar provecho de algo antes de votarla a favor. Tienen miedo de perder protagonismo y rechazan todo lo que no sale de su equipo político. Cuesta aceptar y enriquecerse del conocimiento de los demás, cuando ‘no son de los nuestros’. Miramos y escuchamos cerrando el corazón al bien que pueda presentarse. No se mira el bien común, el social, sino el eco y consecuencias que tendrá aceptarla contra su equipo y los favores al partido contrario, los votos a su favor. “Y Jesús era para ellos un motivo de tropiezo”. Se votan proyectos malos o con consecuencias negativas por no rechazar un proyecto de nuestro equipo. Terminan siendo ‘ciegos que guían a otros ciegos’, cayendo en el pozo de la inseguridad y el mal social.
Conocían a Jesús por su oficio de “carpintero” o artesano, TRABAJADOR de un oficio necesario socialmente. Todo trabajo también debe considerarse cómo se realiza, con seriedad y responsabilidad; por él seremos reconocidos y promovidos socialmente. Muchos buscan vivir no trabajando sino aprovechándose de situaciones sociales a su favor, ya por planes sociales (donde otros trabajan por ellos, aportando sus impuestos) o por puestos donde se dedican a presentarse como cara o voz, de aquellos que no saben realizarlo y aprovechan de sus aportes sin trabajar (ganan económicamente más que aquellos que representan). No son pocos los sindicalistas que vemos enriquecerse y atarse al puesto de manera permanente. Jesús dignificó el trabajo a través de su oficio y por él era conocido socialmente, no recibiendo nada gratis, sino ganándose el pan de cada día… No se dignifica a los hombres, varones o mujeres, dándoles todo de arriba, sino dándole trabajo, allí se los reconoce como valiosos socialmente. NO TODOS SERVIMOS PARA TODO, PERO TODOS SERVIMOS PARA ALGO. Hay valores que son reconocidos y promovidos pero otros talentos que quedan, como malos administradores, guardados sin ser utilizarlos.
“Señor Jesús, Maestro de vida, ayúdanos a ver en los demás los talentos y valores que puedan ser un aporte social y no un mal personal”.
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