domingo, 10 de enero de 2021

“TU ERES MI HIJO MUY QUERIDO…”.

Domingo del Bautismo de Jesús. (Mc. 1,6b-11).
Recordábamos el abandono de su ambiente social y religioso que realizo Juan el Precursor del Señor o Bautista (como lo diferenciamos de Juan Evangelista, Apóstol y discípulo amado del Señor). La vuelta al desierto recuerda al Pueblo Judío su paso por él, con la austeridad y la providencia del Creador. También el recuerdo del paso por el Jordán con el cambio de vida, mas estable y urbanizado; con una organización social distinta del desierto, el cual requiere un planteamiento nuevo con sus costumbres. Todo cambio requiere objetividad, generosidad, valentía y audacia. ¡Necesitamos un espíritu distinto! un cambio de pensar y ver la realidad, juzgar con objetividad, sin un molde determinado y rígido. No se puede moldear la realidad con violencia a un esquema predeterminado sino que debemos adaptarnos a la realidad actual, verla desde el Mensaje de Jesús, desde el Proyecto del Padre Celestial, e iluminarlo ...eso es EVANGELIZAR. El Pueblo debía volver al desierto para meditar y pensar los cambios necesarios, conservar lo esencial y plantear como vivir el nuevo desafío, tenido por delante. Juan bautizaba con agua y era signo de un llamado al cambio, a la conversión (VOLVER AL CAMINO) “Yo los he bautizado a ustedes con agua, pero Él los bautizará con el Espíritu Santo”. 
Jesús aparece y se deja bautizar como signo de identidad con el mensaje de Juan e identificarse con la profecía realizada. Se escucha una voz reveladora, anunciando el misterio “TU ERES MI HIJO MUY QUERIDO, EN TI TENGO PUESTA TODA MI PREDILECCIÓN”. 
El espíritu que necesitaba se presenta como una PERSONA, una identidad, no es un modo de ser y vivir sino ALGUIEN que moverá inspirando el CAMINO que se deba seguir. Un estilo de vida distinto del vivido, atado mas a lo material, costumbres, modos, ritos, vestimenta … que tenían en el desierto. Esta revelación daba a conocer un ESPÍRITU, que va mas allá de los modos humanos de regir una sociedad, es algo mas profundo… se identifica con ALGUIEN,  revelado en el bautismo de Jesús… Desciende sobre El un ESPÍRITU a quien identificamos y llamamos ESPÍRITU SANTO, yendo mas allá de lo que se pensaba y esperaba, mas allá de los proyectos, reformas y cálculos humanos... para tener una identidad PERSONAL. No es una regla de vida con normas y puntos a cumplir sino Alguien que nos inspira y mueve actuar en realidades culturales y épocas distintas.  
Sobre Jesús desciende este Espíritu Santo como una Persona distinta con unidad firme, moviéndole decir al Apóstol Felipe  que “quien me ve… ve al Padre”,  distintos y unidad.. Será conocida por nosotros como el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Una realidad misteriosa la cual llamamos Trinidad, tres en uno. Aunque busquemos una filosofía y elaborando una teología para serlo mas razonable, esa realidad nos seguirá superando, por eso la llamamos MISTERIO… realidad escondida a la mente del hombre.
El Espíritu en Jesús dio a conocer los pensamientos del Padre, realizar los milagros, develar los misterios y el dominio sobre el universo entero, del hombre y su entorno. Del hombre en cuanto su relación con Dios como Padre, con los demás hombres como hermanos y con lo creado en armonía, ideario original del Creador y revelado por el Redentor: JESÚS. El fue el modelo y mensaje vivo.
“Ven  Espíritu Santo ilumina nuestra mente y fortalece nuestra voluntad para llevar adelante el MENSAJE de Jesús en nuestras vidas”.


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