VI Domingo durante el año. (Mc. 1,40-45).
El leproso como otras enfermedades de la piel creaba un rechazo a la vista y el peligro del contagio. Ya en el antiguo Testamento, en el Levítico (libro dedicado a los sacerdotes levíticos y sus prácticas) dedicó un comportamiento ante esos enfermos (13,11ss). Se consideraba impuro y debía vivir alejado y anunciando su impureza. La enfermedad se lo relacionaba con un estado del alma: IMPUREZA. Debía vivir alejado, sin acercarse. anunciando su estado. Era una persona DISCRIMINADA, condenada al aislamiento a la condena social y religiosa. Cuando desaparecía, signo de acabada su impureza, debía presentarse al sacerdote para que lo libere de ese aislamiento, considerado nuevamente integrado socialmente.
El leproso, rompiendo las normas, se acerca a Jesús, con mirada baja, sabiendo que lo podía limpiar de la impureza. Sin mirar su estado enfermo sino la profundidad de la condena y el rechazo social y religioso, busca ser liberado del mal. No le dice cúrame de esta enfermedad sino de la pureza del alma. “Jesús, conmovido, extendió la mano y lo tocó, diciendo; Quiero, queda purificado” … lo deja acercar y LO TOCA. Esta cercanía y contacto era prohibido y quien lo realizaba quedaba impuro. Esta visión y norma llevaba a considerar ser mas fuerte el poder de la impureza que el de la sanación...para El Maestro el Bien, la Verdad, Bondad, Vida, Felicidad, es mas fuerte que la impureza y el poder del Maligno, El vino a comunicarlos. En mi experiencia de exorcista puedo decir que: “El Demonio es fuerte con los débiles y débil con los fuertes”, nuestra fortaleza está en Jesús y no en nosotros. Por eso en las sesiones, Satanás o Lucifer, busca llevar la pelea con la persona exorcista y no contra Jesús en el Ministro. La debilidad personal nos lleva a entender que la lucha no es nuestra sino del Maestro, necesitamos estar convencidos de esta verdad y ser humildes, trasparentes a la acción triunfante de Cristo Jesús.
Los mismos Apóstoles verían esa escena con cierto prejuicio y repugnancia ante la deformación, provocada por la enfermedad. Verían a Jesús como imprudente y audaz, temerario y confiado. La curación instantánea provocaría una gran alegría y despertaría una FE confiada en el Maestro: TODO LO PUEDE. No vino a condenar sino a CURAR. EL es mas fuerte que el mal, la enfermedad, la muerte y el Maligno. Para Jesús el bien del hombre va contra toda ley de los hombres.
Como en aquel entonces hoy podemos decir que muchas normas humanas llevan a discriminar a muchos hombres, varones y mujeres, apartándolas socialmente y religiosamente. Sin recordar que Jesús no vino para los sanos y santos sino para CURAR. dejándose tocar por los que las leyes consideran impuros…¿a cuantos hemos apartado de Su Presencia Eucarística por considerarlos impuros ?...SE DEJO TOCAR, El convierte lo impuro en puro por la fe en Su Misericordia, Su Bondad y Gratitud y no por las leyes de los hombres. En la parroquia, donde ejercí mis últimos años, los mejores, fervientes y generosos eran parejas ensambladas, nuevas relaciones de otras fracasadas...es entendible, porque ante la condena de los hombres al ser considerados útiles y dándoles espacio y posibilidad de contacto con Jesús, dan con mayor generosidad, valoran mas lo que otros se creen por derecho tenerlo, ellos por gratitud encuentran mas gozoso el encuentro.
“Señor Jesús, que estas presente en el Pan Consagrado, míranos con Bondad y Misericordia para que nuestro encuentro contigo sea lleno de Gozo y Paz”.
Amén
ResponderBorrarSiempre con la palabra justa
Ese es el verdadero legado que nos deja Jesús a nosotros. Me gustó mucho el mensaje de hoy.
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