VIII° Domingo Durante el Año. (Lc. 6, 39-45).
Después de predicar las bienaventuranzas y pedirnos que seamos MISERICORDIOSOS, Jesús va profundizando su Proyecto de Vida. Cuando nos parece que su Mensaje es imposible entendemos, poco a poco, que es porque miramos los obras desde su realización material y no cual es la motivación mas profunda, ¿de donde nacen?.
Exteriormente podemos parecer perfectos, mostrando una impostura ejemplar, modales, expresiones verbales, imagen correcta, ‘PERO’… (nuevamente sale este ‘pero’) nadie puede ver las intenciones mas profundas y los intereses que poseemos al realizarlas, juzgamos por el exterior. Solo Dios entra en nuestros corazones y conoce las intenciones con que realizamos las buenas obras, como las malas ante los ojos de los demás. Pueden cuestionar y juzgar nuestras obras, según la mirada: cuando nos aman siempre buscarán justificar las malas acciones cometidas y cuando no nos aceptan, aún las buenas obras, serán juzgadas negativamente.
“...LA MEDIDA CON QUE USTEDES MIDAN TAMBIÉN SE USARÁ PARA USTEDES”.
No tenemos otro modo de juzgar sino por las obras que vemos exteriormente, no podemos entrar en las intenciones mas profundas, el ¿por que las realizan?. Jesús nos dice. “EL HOMBRE BUENO SACA EL BIEN DEL TESORO DE BONDAD QUE TIENE EN SU CORAZÓN”.
Cuando recibimos algún mal y nos ha dañado, el primer movimiento es reaccionar negativamente, buscar una defensa violenta. Este movimiento interior no es condenado por Jesús, es un movimiento instintivo de defensa e irreflexivo. Cuando nos calmamos y vemos lo que hubiéramos hecho nos envuelve el rubor del mal que hubiéramos cometido: ‘mal por mal’.
La defensa y reacción, por imponer justicia por mano propia, resulta responder la violencia con mayor violencia. Se nos pide ser mansos y humildes como el Maestro. Pero... recordemos la reacción de Jesús en el Templo, al ver que lo estaban convirtiendo en un mercado de venta... tomo una cuerda y los sacó a latigazos tirando las mesas y liberando las palomas. Podemos entender que no se nos pide ser apático y no reaccionar ante el mal o las injusticias, sino tener la capacidad de dominio y equilibrio. Esto se logra con mucho ejercicio y no siempre lo conseguimos.
Se viene a mi memoria un suceso en una de las parroquias destinada…. En varias oportunidades tuve saqueos en momentos donde estaba recorriendo y al volver me encontraba que había sido robado… mi excitación iba creciendo, turbado y cansado en la voz reflejaba el desanimo. En otra oportunidad encontré a la misma persona en la sacristía toda movida, revuelta, donde había realizado hasta sus necesidades, dejando todo sucio… parado en la única salida posible lo frené hablándole con tranquilidad, mientras me amenazaba con un cuchillo … logré mantener la situación hasta que vino la misma policía, que se lo llevó . Como sucede corrientemente, al poco tiempo, volvió a robar… un parroquiano lo vio y aviso a la policía que pasaba casualmente por la calle.. Lo aprenden cuando era retenido por una voluntaria de CARITAS colgada de su cuello...Apoyado en el auto policial me arrime y en la cercanía de su oído le empecé a hablar, sin darme cuenta de mi tono y expresión… Cuando pasó el momento el Diácono me dijo que se había impresionado con la bondad y sentimiento paternal que lo había tratado. Yo mismo me asombre de no haberme movido por la inquietud que llevaba. Reconocí que allí había actuado la gracia de Dios moviéndome en lo que desde mi interior no hubiera realizado.
De la bondad del corazón salen las buenas acciones si damos espacio al BUENO por excelencia y nos dejamos mover por El.
“Ven Espíritu Santo mueve nuestros corazones a la realización de obras conforme al Corazón de Jesús y no por el impulsos de nuestros instintos de violencia”.