6° Domingo Durante el Año. (Lc. 6,17.20-26).
Al bajar de la montaña, donde estuvo toda la noche orando, eligió a los doce Apóstoles, los llevó a la llanura donde una gran multitud los esperaba, curó enfermos, liberó posesos...”salía de El una fuerza que sanaba a todos”. Ante la gente ansiosa comenzó la predicación de las BIENAVENTURANZAS.
Esta predicación de Jesús surgió de ver las injusticas presentes en su época. No era una postura de un partido político, pues no existían, ni una predicación religiosa, porque era contraria a la situación social de los Sumos Sacerdotes. La familia Levi poseía los privilegios de no trabajar, no poseer bienes pero el Pueblo debía darle los diezmos, parte de las ofrendas se quedaban para ellos. No les faltaban nada, no podían tener la empatía con los necesitados porque vivían alejados de ellos.
Jesús ‘no tenia donde reclinar la cabeza’, no era de la familia levítica, aprendió de su padre José a trabajar para ‘comer el pan de cada día’. Conoció las necesidades y las injusticias de aquellos que se quedaban con los esfuerzos del trabajo, como de las cosechas y posesiones, de aquello que heredaban de padres a hijos, que por la presión de los recaudadores de impuestos reales lo perdían, vivían para que otros se queden con el fruto de sus esfuerzos.
A ellos les dice FELICES, sonaba como una burla. Aquellos a quien se dirigía las bienaventuranzas vivían en la miseria, necesidades … FELICES… no por su situación de pobreza y necesidades sino porque tendrán a Dios mismo como juez y consolador.
Cuando los grandes se abusan y los pequeños sufren...tendrán a Dios mismo comprometido por su recompensa. Ellos se sentían consolados porque escuchaban esas palabras salidas de ALGUIEN que compartía su situación social y necesidades. No eran falsas predicaciones ni promesas incumplidas por aquellos que aprovechaban su pobreza, brindándoles dadivas y no salían de su estado, peor aún, se sentían usados, engañados y abandonados.
Aquellos que prometen tienen la capacidad de ver la necesidad. Para algunos, llevaría a cuestionarse, alcanzando algo de vergüenza por malgastar innecesariamente bienes que otros necesitarían. VEN, JUZGAN y utilizan esa situación para prometer lo que no van a cumplir, sino que lo utilizan para sacar algún provecho (en la política votos) y cuando llegan a su objetivo mirarán para otro lado con indiferencia. No había una promesa efectiva, seguían viviendo con necesidades. ¿De cuantos políticos, en campaña, escuchamos tantas bienaventuranzas dentro de sus discursos? llenando de esperanza, para luego abandonarlos.
¡FELICES ustedes….! Los pobres...los que ahora tienen hambre….los odien.. excluyan… insulten… proscriban… infames a causa del Hijo del hombre”. POR CAUSA ’del Hijo del hombre’. Podemos decir FELICES aquellos que por predicar y llevar adelante el Estilo de Vida, el Proyecto del Padre Creador, que propone Jesús, lleva a ser perseguidos. Tendrán a Dios mismo como defensor y consolador. No es ‘felices’ simplemente por ser pobres, sino aquellos que lo son por querer edificar el Reino de Dios y le ocasiona injusticias, pobreza, persecución…. No es por la pobreza por ser haragán y perezoso. NO TODOS SERVIMOS PARA TODO… PERO TODOS SERVIMOS PARA ALGO. Todos tenemos un valor para entregar y ser recompensados, tenidos en cuenta… para ser bienaventurados.
PERO...
¡AY de ustedes…! Ricos ...satisfechos… ríen...elogien…! Lucas agrega a las bienaventuranzas esta lista de ‘AY’, poniendo en evidencia la diferencia del destino final. Todo quedará al descubierto, se dará a conocer las buenas obras y también las promesas incumplidas … TODO quedará a luz. No solo la recompensa del que sufre injustamente, se agrega que también verán el final triste de aquellos que no fueron capaces de cambiar las situaciones injustas, pudiéndolo hacer o teniendo la responsabilidad de cambiar la situación.... El silencio, conociendo las situaciones injustas y teniendo el compromiso social de solucionarlos, poseen una responsabilidad mayor y por lo mismo su pena es mayor. También hay que darlo a luz, todo quedará al descubierto, aún las intenciones mas profundas del corazón. Esta es la gran batalla de los hijos de la Luz y de las Tinieblas. Del Reino de Dios y la del Maligno.
“Espíritu Consolador ven a fortalecer nuestra entrega en la edificación del Reino de Dios, cuando las obras del Maligno nos llenan de turbación y debilitan nuestro esfuerzo en la edificación de un mundo mas humano, justo, pacífico y feliz”.
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