XXII° Domingo Durante el Año. (Lc. 14, 1.7-14).
Jesús aceptaba la invitación de entrar en las casas y compartir la comida familiar o de una Comunidad. En esta oportunidad acepta y se sienta en la mesa de un Fariseo. Estos era fanáticos defensores de las costumbres judías, se consideraban los justos y piadosos; los demás eran los impuros y pecadores. El Fariseo estaba atento en observar y condenar las irregularidades.
Hoy día dentro de la Iglesia encontramos tantos fanáticos en cuidar minuciosamente detalles y costumbres, en la expresión de la fe, que se identifican con los mismos fariseos. Condenan hasta los cambios y adaptaciones a los tiempos y lugares necesarios para que, el Mensaje de Jesús, llegue sin destruir los valores culturales regionales. El Papa Francisco, con grandeza y humildad, pidió perdón en su viaje a Canadá por los excesos realizados en la colonización indígena; como lo hiciera en otra oportunidad Juan Pablo II, en Grecia, por los saqueos y muertes ocasionados por ‘Los Cruzados’.
Jesús, en esta ocasión, delata dos realidades que escondían de sus pensamientos y modos de obrar: LA BUSQUEDA DE LOS PRIMEROS PUESTOS y las INVITACIONES INTERESADAS.
Los Fariseos buscaban estar siempre entre los primeros puestos, ser considerados, saludados y reverenciados. Hoy también los encontramos en distintas realidades: en lo Político… Sindical … Religioso… Social y Empresarial… No hay lugar donde el hombre no desenvuelva sus debilidades y deseos de privilegios y grandeza. “...TODO EL QUE SE ENSALZA SERÁ HUMILLADO…”. Por un lado encontramos personas con grandes talentos que son discriminados y aislados, sin posibilidad de desenvolver los dones y talentos recibidos. Por otro lado encontramos a otros, que sin tenerlos, escalan cuidadosamente, astutamente, puestos jerárquicos sin talentos. Después, al estar gobernando, se encuentran con la dificultad e incapacidad llevándolos a la experiencia de la humillación, al no poder realizarlo con efectividad.
Al principio se vende una imagen… al tiempo muestra su realidad…
En lo político, las campañas electorales pintan una imagen y cuando gobiernan muestran su incapacidad. En lo religioso ocurre un tanto parecido… los contactos jerárquicos y compromisos secretos llevan a la ‘carrera eclesiástica’, elevación de cargos, donde luego se manifiesta la incapacidad pastoral, mortificación por sus mandos, sufrimiento de la feligresía, huida dolorosa y condena social.
En segunda instancia, Jesús, se dirige a los mismos que lo invitaron, dando a luz las INTENCIONES OCULTAS. Estas esconden los favores deseados, aspiraciones y compromisos sociales. Búsqueda y alimentación de relaciones comprometedoras, necesarias para adquirir puestos o relevancia social, sin intención sana: “Cuando des un almuerzo o una cena, no invites a … y así tengas tu recompensa… “.
No está mal visitar a familiares para compartir momentos agradables y la comida, Jesús pone al descubierto las intenciones desordenadas, del corazón interesado, que realiza esos eventos esperando un beneficio. Tampoco iría contra las relaciones afectivas que estarían en el fundamento del encuentro, sino una apariencia artificial de relaciones sociales interesadas que no se las puede evitar. Detrás de este modo hay una falsedad, una apariencia de relaciones buenas, que esconden una relación obligada, artificial… INTERESADA.
Las invitaciones o favores que se dan de manera interesada, espera siempre la recompensa, vale decir, que el favor vuelva de manera generosa…. “no sea que ellos te inviten a su vez, y así tengas tu recompensa”.
“...invita a los pobres, a los lisiados, a los paralíticos, a los ciegos”.
De este último contenido del mensaje, no puedo dejar de recordar e identificar a tantas personas que en COMEDORES barriales, parroquiales y escuelas, desinteresadamente dan de comer a tantos niños y sus familias, al no poseen lo necesario para subsistir. Me viene, tristemente, el recuerdo de aquella niña de once años que muere por desnutrición... En un País donde posee tanta riqueza para cubrir las necesidades básicas y para más todavía. Su existencia es una injusticia y acidia de aquellos responsables, por no cumplir sus obligaciones.
“Señor, enséñanos a ser generosos y desinteresados mirando, tan solo, la alegría de poder tener la oportunidad de ayudar al mas necesitado, considerándolo un hermano amado”.