Domingo XXIX da. (Lc. 18,1-8) ORACIÓN CONFIADA Y
PERSEVERANTE.
El Evangelio de este Domingo nos relata la Parábola del Juez
inhumano y la viuda necesitada, que clama por justicia. El varón aportaba con
su trabajo el sustento de la familia, la mujer se dedicaba a los quehaceres
domésticos, cuando quedaba viuda estaba totalmente desamparada y junto con los
huérfanos eran los más pobres de los pobres. Las Comunidades Primitivas
Cristianas los atendían de manera particular. Este Juez corrupto se jactaba de
"no temer a Dios ni le importaba los hombres" ...parece ser un mal de
todos los tiempos! Reacciona no movido por justicia ni misericordia sino para
que no la moleste mas! Hoy los Medios de Comunicación Social ejercen con su
investigacion y publicacion esa presión que lleva a los jueces preocuparse por
imponer justicia que nos recuerda aquel entonces. Ante la tardanza de la
justicia de los hombres solo nos queda elevar a Alguien que nos pueda escuchar
y preocuparse de nuestras necesidades. La oración debe ser confiada y
constante, necesita crecer en la relación con Dios, como un hijo eleva a su
padre un pedido ...siempre será escuchado. Jesús nos deja planteado esta
cuestión: " cuando venga el Hijo del Hombre ¿encontrará esta fe en la
tierra?". Orar con fe y sin desanimarse que Dios Padre escucha a tantas
almas afligidas y abandonadas de los responsables de solucionar sus problemas.
La indiferencia e insensibilidad endurece el corazón incapacitando a la empatía
y solo se mueve por conveniencias personales. ¡Esta viuda reclamaba algo justo!
¿Cuántas veces nos vemos identificados? No somos escuchados ni atendidos por
aquellos que son responsables de hacerlo ... parece que nuestro pedido no llega
a destino, la injusticia de los hombres y el silencio de Dios, aumenta la
angustia y el dolor, la perseverancia de la viuda termina por ser atendida. La
perseverancia también lleva a aumentar la fe necesaria para entender los planes
y la acción de Dios, no siempre como queremos y esperamos. Jesús también
pronunció palabras llenas de angustia y dolor a su Padre en el Huerto de los
Olivos "Pasa de mí este cáliz del dolor"..."Triste está mi alma
hasta la muerte" ... sudor y sangre brotaron de su estado anímico. En la
cruz eleva su plegaria heroicamente y
confiada al Padre después de su "Dios mio, Dios mio porque me has
abandonado?" diciendo: "En tus manos encomiendo mi espíritu". Su
Padre lo escuchó no lo apartó de la cruz pero le dio algo superior : la
resurrección.
Nosotros nos comportamos como juez injusto cuando escuchamos pedidos de auxilio ante
injusticias y necesidades extremas y miramos para otro lado o respondemos
simplemente con un :"vete en paz rezare por ti", "haré una
cadena de oración"... y se va con las manos vacías. SOMOS LA PROVIDENCIA
DE DIOS! No podemos ser insensibles . LA EMPATÍA y MISERICORDIA deben ser el
motivante de nuestras acciones. Hoy lo vemos en las grandes inundaciones el
despertar la ayuda solidaria de tantos que con el agua hasta la cintura
recorren barrios afectados repartiendo comida y ropa. Estos son la respuesta de
Dios Padre y la Providencia de Él para con los hombres, el despertar acciones
concretas. ¡Estos son los que edifican el Reino de Dios! no me cansaré de repetirlo.
Este Domingo recordamos a la mujer en su maravillosa misión de ser MADRE, nunca
del todo exaltada y hoy como una carga que se busca liberar. Jesús viendo a su
Madre desde la cruz y revelandonos por su preocupación estar viuda, como la
parábola de hoy, sabiendo que quedaría sin protección, superando el dolor que
padecía, la miro y le dijo:" ahí está tu hijo" mostrándole a Juan y a él "ahí está tu
Madre", y desde aquel momento la llevó consigo. Debemos pensar que El
velaba por su Madre para que nada le faltara, durante su vida pública, en su
viudez y ahora en su alejamiento. ¡Cuanto amor y reconocimiento a esa Mujer
Madre!. Mujer que ante los misterios incomprensibles de su Hijo guardaba todo
en su corazón. HIJO LLENO DE SENSIBILIDAD, AGRADECIMIENTO Y CARIÑO superando su
dolor para ver a su Madre y proveer su futuro.
"Madre de Jesús
y Madre Nuestra dada desde la cruz a los discípulos amados, ayúdanos a
tener empatía con tantas mujeres deshonradas y abandonadas, donde sus reclamos
no son escuchados. Tu misma experimentaste, ante las injusticias de aquella
cultura, la atención tierna y preocupada de Tu Hijo crucificado, dándonos ejemplo y preocupación
por cuidar y valorar la misión maternal de la mujer. ¡Calma el dolor de tantas
mujeres que buscan por otros caminos liberarse de aquello que debería ser
exaltada! ¡GRACIAS POR TU DOCILIDAD DE SER MADRE DE JESÚS! ¡GRACIAS POR
ACEPTARNOS COMO HIJOS TUYOS!
Muy bueno
ResponderBorrarMuy bueno, gracias por compartir
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