domingo, 13 de marzo de 2022

” ESTE ES MI HIJO, EL ELEGIDO, ESCÚCHENLO”.

2°Domingo de Cuaresma. (Lc. 9, 28-36).
Jesús solía apartarse a la soledad … del desierto o en esta oportunidad a lo alto de un monte. Recurría a un lugar que le permitiera relacionarse con el Padre Celestial, intercambiar una relación eterna en un modo humano: sentimientos de angustia, dolor, alegría… confirmar su Misión y su Camino… Mensajes y Proyecto de Vida para el hombre.
El Maestro llevó consigo a tres de sus Apóstoles mas cercanos, Pedro, Santiago y Juan… los  mismos que lo acompañarían en el Monte de los Olivos. Dos situaciones distintas y dos reacciones distintas de los mismos Apóstoles, según el estado anímico y la visión que tenían de su Maestro. Aquí lleno de gloria, “mientras oraba, su rostro cambió de aspecto y sus vestiduras se volvieron de una blancura deslumbrante..” los seguidores “… tenían mucho sueño, pero permanecieron despiertos…”. En el Huerto de los Olivos ‘quedaran dormidos’ al ver el rostro turbado y sangrante del Maestro. Estados anímicos que condicionan el seguimiento de Jesús y sus enseñanzas. No es condenable sino comprensivo. ¡Quién no reaccionaria de igual manera!. No nos creamos superdotados mirando con desprecio en aquel que cae, sino ponernos en sus zapatos, vale decir tener empatía, la misericordia es amar al caído (miser=miseria=debilidad / cordia=corazón= amor) . 
Es un movimiento reflexivo escapar del dolor, angustia, tristeza  y buscar el gozo, alegría, paz… Sostener una situación dolorosa mucho tiempo requiere una fortaleza inhumana, necesitamos de una asistencia sobrenatural ...Jesús también sufrió y en el Huerto dirigió sus palabras al Padre “...aparta de Mi este Cáliz…” terminando con sudor de sangre. En la Cruz sintió hasta el abandono del Padre “¡Dios mío Dios mío porque me has abandonado!”. Por eso debemos ser comprensivos y entender que no todos pueden sobrellevar situaciones extremas difíciles tomando caminos errados a los ojos de los demás. De allí que el Maestro nos pide la MISERICORDIA, y nos llama asumir actitudes, gestos y acciones concretas de PERDÓN: “perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos han ofendido”.
En aquel lugar los Apóstoles entendieron que la visión de Jesús con las dos imágenes eran Moisés y Elías, que en El se centraba todo lo expresando en la LEY y PROFETAS. Moisés recibió en el Monte Sinaí las leyes, Jesús dirá ‘Habéis oído que se dijo… YO OS DIGO’… el Profeta recibía un mensaje de lo Alto y lo trasmitía… Jesús extraía de su interior ese Mensaje, por su relación íntima con el Creador, el ESPÍRITU MORABA EN ÉL. Los primeros recibían, no eran dueños sino mensajeros; en Jesús brotaba la Ley y el Mensaje porque, es el Hijo de Dios hecho hombre, el Espíritu moraba en El.
Era tan consolador, emocionante y gozoso ese ambiente preternatural, que la primera reacción de los Apóstoles fue : “Maestro, ¡que bien estamos aquí! Hagamos tres carpas…”. Nuestra vida intercambia momentos gozosos con los de dolorosos… Deseamos quedarnos de manera permanente en el gozoso y ¡pasa tan rápido! que luego viene una soledad… el doloroso es un tiempo de purificación, tan duro que pareciera eterno… que nunca saldremos de allí… pero TAMBIEN PASA. San Ignacio de Loyola enseña cómo enfrentarnos a esos momentos tan dispares: en el gozoso, no aferrarnos que vendrán momentos oscuros… que también pasaran. No atarse al gozoso como los Apóstoles en el Monte ni tampoco desesperar como en el Huerto de los Olivos. El equilibrio no es fácil, la teoría si.
Cuando la experiencia mística es verdadera se reacciona con pudor, es tan extraordinaria que no encuentran palabras para expresarlas; el proclamarlas por los cuatro vientos no es de buen espíritu  ...los Apóstoles en esta oportunidad escogieron guardar silencio: “los Discípulos callaron y durante todo ese tiempo no dijeron a nadie lo que habían visto”. Todo necesita su tiempo de madurez, el momento oportuno, ocasión propicia  para revelarlas. Cuando se siembra, primero, se prepara la tierra para que de buenos frutos y no se desperdicie o se pierda la semilla. El mensaje divino no se impone por la fuerza sino respetando las personas, su cultura y educación para que, luego desde ellos mismos, el mensaje brote como propio.
“Espíritu de Amor y Paz infunde en nuestro interior la presencia del Padre Celestial comunicándonos la verdad del misterio de Jesús: ’Este es Mi Hijo, el Elegido, escúchenlo”.



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