domingo, 17 de abril de 2022

”VIO Y CREYÓ”

Domingo de Pascua de Resurrección. (Jn. 20,1-9)
Después de la muerte de Jesús, los Apóstoles y Seguidores, se dispersaron. Algunos reunidas ocultamente, para no ser vistos y ejecutados como al Maestro. Unas valientes mujeres van al sepulcro para limpiar y ungir el cuerpo el Señor, al llegar no encuentran los guardias y la piedra, que sellaba el sepulcro, movida … el cuerpo no estaba. Sus primeras suposiciones fueron: ”se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos donde lo han puesto”. El gran deseo de ver y recordar las enseñanzas del Maestro no las llevó a imaginar verlo resucitado sino ir a ungir el cuerpo destrozado de Jesús. No tenían en su mente la posibilidad de verlo resucitado, esto nos da la tranquilidad de que el encuentro posterior no fue una ilusión óptica sino una realidad objetiva. 
Fueron avisar a los Apóstoles…. Pedro y Juan corrieron hacia el sepulcro. Juan mas joven, ágil, llegó antes y esperó a Pedro, cuando entró, al ver el manto que cubriría el cuerpo sin el y la mortaja que mantenía la mandíbula cerrada…  al ver esta escena: “vio y creyó”. Recordó las palabras de Jesús sobre su resurrección. VIÓ las mantas con la mortaja en el lugar donde estaría el cuerpo, pero sin nada, como si el cuerpo se hubiera evaporado, traspasado las mantas y desaparecido. Vio todo en el lugar sin el cuerpo. VIÓ  y CREYÓ . La fe necesitó ver algo, aunque escondía una realidad superior: ver las mantas y no el cuerpo. Poner objeciones y encontrar una razón para creer, la mente necesita poder descansar en lo que se le trasmite, no podemos aceptar una propuesta irracional. La razón descansa en lo revelado cuando se le presenta la posibilidad real, la mente se abre a lo que no entiende y le supera. Lo trasladó a otro plano, superior, sus ojos le daban una realidad física… un vacío del cuerpo...y la fe lo elevó a la realidad del suceso: Creyó en la resurrección del Señor, sin sabe como seria y donde estaba, en que dimensión. 
Entre los judíos existía la diferencia entre los fariseos y los saduceos. Los primeros creían en la resurrección y en los ángeles, los saduceos no creían en la inmortalidad, por lo mismo en la resurrección ni en la existencia de los ángeles.
Los Apóstoles y las Santas Mujeres no tenían formación sino el sentido popular y sus creencias. La experiencia de Jesús Resucitado seria un momento vivencial muy fuerte que marcaría toda la vida y su entrega. De allí saldría su fortaleza, generosidad y valentía en la predicación de ese encuentro con JESÚS RESUCITADO, llegando hasta entregar la propia vida, con la esperanza de tener la misma recompensa.
Hoy día ¡cuanta gente sencilla con sus creencias y expresiones! que para letrados resultarían ridículas y pobres teológicamente, las llena de fortaleza para vivir las dificultades de la vida. Dios las ve can gran empatía aceptado sus modos de expresarse. Santas mujeres de hoy, que con sus rituales viven y alimentan su fe en Jesús Resucitado y se abren a recibir la asistencia de Dios. A ellas les habla, como en aquel entonces se adelantó, para consolarlas, fortalecerlas; mirando hacia adelante para vivir el Estilo de Vida que les enseñó el Maestro, llenas de bondad, amor y generosidad.
El Evangelio de hoy termina recordándonos: “Los Discípulos regresaron entonces a sus casas”. No llegó el momento del mandato de ‘ir y evangelizar’ sino el de reflexión y vivencia personal “en casa”. Empezando en el hogar, núcleo donde las enseñanza se viven y trasmiten con autenticidad, marcando un estilo de vida auténtico, maduro y estable. Las enseñanzas que se dan en el HOGAR  marcar el estilo de vida, entender y relacionarse con los demás. Cuando vemos el actuar de un joven remontamos a la familia y alabamos los padres que han tenido o entristecemos por la falta de ellos en la educación.  LO QUE SE SIEMBRA EN LA FAMILIA DARAN LOS FRUTOS FUTUROS.
Podemos preguntarnos, como aquellas santas mujeres: ‘¿donde han puesto al Maestro?’… Reflexionemos y lo encontraremos donde sus Principios, Enseñanzas, Proyectos de Vida, se los ven vividos… ALLÍ ENCONTRAREMOS A JESUS RESUCITADO, prolongado en el tiempo y lugares. Llegará el momento de salir del encierro, del miedo y cobardía, para proclamar al mundo entero JESÚS RESUCITÓ . 
“Señor Jesús, que la dura experiencia de tu ausencia en nuestras vidas no nos acobarde, sabiendo que Tu estas siempre dándonos el ejemplo de vida. Tu nos has mostrado los valores nacidos en el ambiente familiar de Nazaret, que también entendamos la necesidad de edificar la vida en los cimientos de los valores humanos sembrados en el hogar”.


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