Domingo de Ramos. (Mc. 14, 1-15.47; Mc. 15,1-39).
La liturgia presenta estas largas citas del Evangelio de Marcos. En estos encontramos los momentos mas duros y a su vez mas generoso y solitarios de Jesús: Su CAMINO a la Cruz y Resurrección. Camino de Redención, Salvación y de Revelación; Camino de Mensaje del Plan del Padre Celestial: cuanto vale su Proyecto Creador, de Vida y Armonía para la humanidad y toda su creación. Todo lo que valemos y hasta donde llega su AMOR MISERICORDIOSO.
Mientras los Apóstoles Vivian momentos gloriosos, llenos de emoción y alegría al ver la multitud recibirlos, con su Maestro, de una manera tan entusiasta: la entrada triunfal a Jerusalén, “Hosanna al Hijo de David , hosanna al Señor”. La misma expresión realizamos desde el primer lugar de reunión litúrgico (fuera del edificio) dirigiéndonos hacia el templo con nuestras ramas de olivos. Estos bendecidos y llevados a nuestros hogares, no solo como recuerdo sino como un amuleto de protección hasta el año siguiente (que serán quemados para tener las cenizas del miércoles, comienzo de la cuaresma), dándole mas importancia que lo que representan, desviando la atención e importancia.
Muchos de nuestros actos de vida son expresando por signos... palabras … gestos… vestimenta… canciones.. bailes. Los momentos de nuestra fe también se expresan. El peligro sucede cuando, los signos, terminan siendo mas importantes que aquello que significan. Les damos mas importancia y cuidado de cómo realizar los gestos litúrgicos, su vestimenta, lenguaje, colores y otros que con el tiempo se van agregando. Los ramos de olivo terminan siendo mas importante que el CAMINO y SEGUIMIENTO del MAESTRO en los momentos mas solemnes de su vida terrena. Por eso encontramos mas asistencia de fieles el Domingo de Ramos que el de Resurrección.
La liturgia se ha desarrollado a través de los tiempos, buscando expresar solemnemente esos momentos históricos. Las distintas culturas les dio sus expresiones diversas y solemnísimas, bellísimas… lleno de colores, vestimentas, acompañados de gestos, canciones, ritmos, silencios, bailes, incienso...Semana Santa resume estos momentos, hay que vivirlos desde el corazón, en empatía con el Redentor.
Los Apóstoles entusiasmados dedicaron gran cuidado en preparar la Pascua Judía. El Maestro les indicó el lugar, como debían preparar el Cordero, con pan ázimo y vino, ceñidas las vestimentas; recordando la comida en Egipto y la pronta y acelerada partida. Uno de ellos vivía con la mente en otra oportunidad, como y cuando ENTREGAR AL MAESTRO por unas monedas, “Judas Iscariote, uno de los Doce fue a ver a los sumos sacerdotes para entregarles a Jesús”. No todos los que acompañan y siguen al Maestro lo hacen desde una empatía, desde el corazón de Jesús. Cada mente y corazón esta en como aprovechar esos momentos… la empatía es entrar en Jesús y desde El entender sus PASOS para SEGUIRLO sin condiciones, ni privilegios y con un entendimiento puro de su MENSAJE.
Con el tiempo y nuevas costumbres damos un nuevo entendimiento. Esto nos lleva a interpretar y manifestar de un modo nuevo nuestra fe en aquellos hechos históricos. Algunos por amor a la tradición y el modo antiguo no desean esos cambios y provocan intranquilidad y divisiones dentro de los creyentes, terminando seguir esos estilos y olvidándose de Jesús y su Mensaje.
Marcos relata la Institución de la Eucaristía “Jesús tomo el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos: ‘Tomen, esto es mi Cuerpo’. Después tomó una copa, dio gracias y se la entregó, y todos bebieron de ella. Y les dijo: ’ Esta es Mi Sangre, la Sangre de la Alianza, que se derrama por muchos”. No les dijo que lo recibieran en la boca o en la mano... de rodillas o sentado, su mensaje estaba mas allá. Recordaremos el Jueves Santo, junto con la oración en el Huerto de los Olivos, la traición de Judas, el juicio ante los tribunales...para llegar al viernes con el recuerdo de la crucifixión. Alimentarse de esa Presencia Misteriosa, nos da Vida y Resurrección: “quien come mi Carne y bebe mi Sangre tendrá Vida Eterna… y... Yo lo Resucitare en el último día”. No quedarnos con la aceptación de Su muerte y comulgar con ella, sino que recibimos el alimento de Vida Eterna.
Todos esos pasos se los mira y vive con empatía, desde la entrada triunfal a Jerusalén hasta el Domingo de Resurrección, en la expresión litúrgica. El Cristianismo no puede ser una religión masoquista ni pesimista, debemos mirar los distintos pasos doloroso y las traiciones desde el Triunfo de Jesús, con Su Resurrección.
“Señor Jesús ayúdanos a liberarnos de tantas ataduras que desvirtúan nuestra mirada de Tu vida, llena de AMOR MISERICORDIOSO”.
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