sábado, 11 de abril de 2020

“SOY LA VIDA Y RESURRECCIÓN”

Domingo de Resurrección. (Mt. 28,1ss). 
En los cuatro evangelistas aparece en primer plano la aparición de Jesús Resucitado a las mujeres, la mas nombrada María Magdalena. Mujeres que no tienen miedo a los soldados que custodian el sepulcro, pero que ese amor por su Maestro tampoco miden la realidad: “¿como moveremos la piedra que sella el sepulcro?”. Un amor humano muy grande, generoso y audaz. A este amor, respuesta al ofrecido por su Maestro, le faltaba la fuerza de la FE, buscaban untar el cadáver de Jesús, perfumarlo... y ¡encuentran el sepulcro vacío! El primer pensamiento fue “¡robaron el cuerpo del Maestro!”. Fueron consoladas por unos ángeles y también por su Maestro, en un aparición llena de luz.
¿Como era esa presencia? ¿fue fácil reconocerlo? O ¿necesitaban ser iluminadas? Los Apóstoles dudaron de lo que ellas les revelaban ¿Quién podía aceptar lo que revelaban estas pobres mujeres llenas de tristeza y de recuerdos, que les harían imposible aceptar la muerte de alguien tan amado? Era un echo que no se quería aceptar, buscaban alguna salida de la realidad: SU MAESTRO HABÍA MUERTO, ellas habían estado presentes al pie de la cruz. y ¿AHORA LO VEN RESUCITADO? ¡Están borrachas, la tristeza les hace decir y ver imaginaciones!. Las dudas nos dan la certeza de la Resurrección, nadie mostraría la debilidad y falta de fe en creer, todos nos sentimos superhombres y supermujeres, mostramos lo mejor de cada uno, vendemos nuestro producto. La Resurrección es una verdad que requiere esa EXPERIENCIA PERSONAL. 
Nuestra fe en Jesús Resucitado ¿en que se apoya y alimenta? ¿En la simple y audaz trasmisión de generación en generación del recuerdo revelado por aquellos primeros seguidores de Jesús? ¡Es verdad! pero ¿donde lo encontramos hoy vivo entre nosotros? ¿Como experimentamos el encuentro con El hoy? Esa verdad fue cuestionada también de generación en generación saliendo de ella por una declaración extraordinaria de los Apóstoles redactando el “CREDO”. Pero también esto a llevado a que nuestra fe se depositó y descansa en un ARTICULO de fe y no en una REALIDAD de fe. Hemos desarrollado los artículos de fe, rezándolo en el Credo permanentemente, pero nuestra Fe se ha alimentado y expresado en un relato desarrollado cuidadosamente por expertos teólogos. La necesidad de buscar un entendimiento de lo espiritual llevó a desarrollar el DOGMA, verdades redactados por los hombres, con el peligro de alejarnos de la experiencia personal con esas verdades de fe. De niños, en el catecismo, nos hacían aprender de memoria las preguntas y respuestas de fe, sin llevarnos al encuentro de ese Jesús Resucitado.
El Apocalipsis nos dice: “Estuve muerto pero ahora vivo para siempre y tengo la llave de la Muerte y del Abismo” (1,17). Jesús está VIVO. Su resurrección no es un revivir a esta vida como la nuestra, para volver a tener las necesidades humanas ...comer, descansar, crecer, envejecer, sufrir, morir ...El esta en la PLENITUD DE VIDA, esta en Dios eternamente con su cuerpo. Pero este ¿como? Un cuerpo Glorioso, distinto al nuestro. Traspasaba las puestas cerradas, aparecía y desaparecía, estaba en un lugar y en otro sin necesidad del tiempo para trasladarse … Con un modo de ser que llegaba a encubrir su rostro, como a los Discípulos de Emaús. Para el judío el cuerpo representaba toda la persona como esta en este mundo de relaciones y vivencias, conflictos, heridas, alegrías y tristezas. No sería un cuerpo físico como el nuestro, sino Glorioso, que manifiesta una plenitud de ser. El Apocalipsis nos recuerda “Yo haré nueva todas las cosas” (21,5).
“Señor Jesús, Tu presencia entre nosotros requiere esa luz dada a las mujeres ante el sepulcro vacío. Tu presencia, con nuevos rostros, estas presente en nuestros hermanos necesitados. Llénanos de la alegría de encontrarte”

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