Domingo. Bautismo de Jesús. (Mt.3,13-17).
Juan deja su ambiente de privilegio, unido al clan sacerdotal judío. Vuelve al desierto como signo de volver a los primitivos ideales del Pueblo en su entrada a la Tierra Prometida; dejando atrás el tiempo de austeridad del desierto. La vida bendecida por la tierra fértil dejó olvidado el pacto con Dios, en el monte Sinaí.
Los ritos de purificación se habían multiplicado... de las manos... alimentos… escrupulosamente aplicados y criticados hacia aquellos que no lo cumplían. Recordamos la crítica a los Apóstoles que no se lavaban las manos antes de alimentarse. Dejaban de ser para limpiar la suciedad para pasar a una purificación, del uso terreno pasar a un plano superior. Memoramos el lavabo de las manos del sacerdote antes de la consagración del pan y vino, un signo de purificar esas manos de lo mundano para dignificarlas en lo divino. Ahora Juan presenta una necesidad de purificación mas profunda, una vuelta a la conversión, a la memoria del pacto con Dios en el desierto, y que la vida sofisticada y rica dejó en el olvido.
Juan llevaba una vida austera, llamando a la conversión. Bautizaba con agua y predicaba que “aquel que viene detrás de mi es mas poderoso… El los bautizara en el Espíritu Santo y en el fuego”.
Jesús va al encuentro de Juan en el desierto, se deja bautizar por él, pero no se queda en el desierto sino que pasa el Jordán hacia la tierra prometida; renovando la misión, entre el Pueblo ya instalado y el Plan de Dios. Predicará no ya un bautismo sino un ESTILO DE VIDA según el Espíritu. Tomará contacto con aquellos rechazados por la Sociedad y la condena de las Autoridades Religiosas. Toma contacto con el leproso, la prostituta, el recaudador de impuestos….. el pobre y desamparado. Con MISERICORDIA les da a entender que son amados por Dios, sembrando la esperanza de una vida mejor.
Con el tiempo nuevamente prestamos atención a los ritos, y el cuidado minucioso de sus partes, para olvidarnos de cual es la MISION a la cual estamos llamados y comprometidos… No tanto del lavabo por el contacto con lo terrenal sino del compromiso en edificar un mundo conforme al Plan Divino. Dejar el desierto, cruzar el Jordán y volver a la tierra Prometida llenos del ‘Espíritu y Fuego’ para ser DISCIPULOS MISIONEROS del Maestro de Vida.
Por el BAUTISMO nos identificamos con Jesús y escuchamos las Palabras llenas de confianza “TU ERES MI HIJO PREDILECTO…”.
Muchas veces es mas fácil vivir en el desierto y predicar desde allá: ’conviértanse .. cambien de vida…’, que estar metidos en medio del ruidoso mundo de las ciudades, para ser testigos de un ‘modo de ser’ conforme al Mensaje de Jesús. Ser fermento en medio de la masa, el Cursillista diría en “su metro cuadrado”, de donde salimos. Somos mejor recibidos y tenidos en cuenta en lugares nuevos que en aquellos que nos hemos desenvueltos … porque no creen en nuestro cambio de vida. El tiempo está a nuestro favor ... ser perseverantes. No es fácil cambiar de modalidades y costumbres, tampoco seamos artificiales, exagerados y ‘mas cura que el cura’. Mas aun, que difícil es crean que deseamos cambiar. Estamos convencidos de lo bueno en ello, luchamos contra uno mismo y la burla de los demás por creernos artificiales. Somos débiles y luchamos por ser mejores.
Jesús nos eligió no por ser los mejores sino para que seamos mejores y pacientes con aquellos que son débiles.
“Jesús, Maestro de Vida, envía Tu ‘Espíritu y el Fuego de Tu Amor’ para que sean las obras de Dios y no las nuestras que cambien el pensamiento de los hombres y edifiquemos un mundo distinto”.
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