IV° Domingo Durante el Año. (Mt. 5, 1-12).
Después de predicar, Jesús, la cercanía del Reino de los Cielos... “una gran multitud lo seguía, ... subió a la montaña… tomó la palabra comenzó a enseñarles…”.
Cuando recordábamos que la implantación del Reino de los Cielos no se consigue por la violencia, guerras de religión, imposición de conductas morales, por ritos determinados …condenas reciprocas… o aceptar conceptos dogmático. Jesús nos llama a ser FELICES… El CAMINO es buscar la felicidad mirando al prójimo con empatía y sufrir por imitar a Jesús en su modo de vida.
El Reino de los Cielos se identifica con alcanzar el fin de las BIENAVENTURANZAS. Por supuesto que alanzar la felicidad no se logra por las propuestas que nos ofrece el mundo: por la obtención de riquezas materiales, placeres sensuales, honores y fama… Estos últimos son como las ilusiones ópticas en el desierto, de lejos creemos ver agua y la saciedad, cuando nos acercamos ese encuentro se aleja, nunca se alcanza. El que busca por estos caminos la felicidad y la satisfacción total, cada vez se le exige mas… el alma está vacía y además se aísla porque no puede vivir entre los demás hombres por temor, vive rodeado de custodios protectores.
Jesús promete que alcanzar el fin de las bienaventuranzas es: pertenecer al Reino de los Cielos… recibir la tierra en herencia… ser saciados…. recibir misericordia... ver a Dios… llamados hijos de Dios… recibir una gran recompensa en los Cielos.
El camino para alcanzar la felicidad es: tener alma de pobre… ser pacientes… afligidos… hambre y sed de justica… misericordiosos… tener el corazón puro… trabajar por la paz… perseguidos por practicar la justicia… insultados, perseguidos y calumniados por la causa de Cristo…
La imitación de Cristo seria el CAMINO. La mirada empática con el prójimo logra ponernos en su lugar provocando aflicción en la propia alma… inquieta el estado anímico buscando aliviar la situación que provoca ese mal, ya por una enfermedad, injusticias, violencias, pobreza… irregularidades sociales y morales que sufre… burlas… condenas.
Realizar un bien en el prójimo trae consigo una alegría interior que no tiene precio.
Cuando convivimos con los demás deberíamos medir no solo la capacidad empática sino también el efecto que produce en nuestro interior. Cuando trae vanidad, orgullo, soberbia, autosuficiencia… estaría contaminado. Cuando trae gozo y alegría viendo en el beneficiado gozando la paz trasmitida, nos encontramos con una buena señal… el fruto es de Dios, somos instrumentos y ello debe dar paz y alegría.
Cuando tenemos mirada empática con los demás nos relacionamos con compromiso. La mirada deja de centrarse en sí mismo. La empatía con los demás nos lleva a buscar solucionar sus problemas, alanzarlas trae alegría, gozo, felicidad, paz.
“Señor infunde Tu Paz y Gozo en el alma cuando nos encontramos realizando un bien en los demás. Purifica nuestras intenciones sabiendo que todo bien y fruto son del Espíritu. Que seamos instrumentos dóciles para edificar este mundo según Tus Planes .”
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